
*Juan Constantino, emblema del atletismo indígena, se despide tras una vida de carreras.
Toluca, EDOMEX.- Doce corazones laten al ritmo del esfuerzo, la disciplina y el orgullo indígena. Son los atletas toluqueños que participarán en la edición 28 del Ultramaratón de los Cañones en Chihuahua, llevando consigo la historia viva de San Pablo Autopan, San Cristóbal Huichochitlán y San Andrés Cuexcontitlán. Más que correr, su misión es honrar sus raíces y demostrar que la identidad también se lleva en los pies.A la cabeza va Juan Constantino Hernández de la Cruz, de 67 años, un ícono del deporte indígena nacional que se despide de las pistas con un último reto de 100 kilómetros en terreno agreste. Su retiro no significa el final, sino el comienzo de un nuevo camino como formador de jóvenes atletas en su comunidad. “La edad no es obstáculo cuando hay disciplina y pasión”, afirma con la serenidad de quien ha aprendido a correr con el alma.
Los atletas competirán en diversas categorías, desde la libre hasta la de veteranos, desafiando límites físicos y mentales. Entre ellos hay corredores de 50 y hasta 67 años, todos con la misma consigna: representar con dignidad y fuerza a los pueblos originarios del Valle de Toluca. Su preparación inició desde octubre, en jornadas de entrenamiento marcadas por el sacrificio, la constancia y la esperanza.
Aunque el camino no ha estado libre de obstáculos, la delegación ha encontrado fuerza en la comunidad. Sin apoyo oficial del gobierno estatal, han recurrido a donaciones, redes de amistad y al respaldo moral de sus barrios. “Vamos con nuestros propios medios, pero con el orgullo de portar la camiseta de nuestros pueblos”, relata Juan Constantino, quien también es representante de la Secretaría Indígena Nacional del Deporte.
Un gesto de esperanza vino de parte de Alfonso Alcántara Hernández, apoderado legal de la Gubernatura Nacional Indígena, quien se comprometió a cubrir los boletos de avión para la mayoría de los atletas. Pero más allá del respaldo económico, lo que los impulsa es algo intangible: la convicción de dejar huella en un país que aún debe mucho a sus pueblos originarios.
Juan Constantino no se va sin dejar legado. Tras el ultramaratón, fundará una escuela de atletismo popular, donde enseñará lo que ha aprendido en casi seis décadas de competencia internacional. Su sueño es que nuevas generaciones tomen la estafeta y mantengan viva la pasión por correr, por resistir, por existir desde la raíz.
Con la partida programada para el 2 de julio, los atletas mexiquenses viajarán no solo hacia un evento deportivo, sino hacia una cita con la historia. Volverán el día 7 con los pies cansados pero el alma llena, sabiendo que han llevado los colores de su tierra a lo más alto del deporte mundial.