Por Yuri Beltrán
No es exagerado afirmar que, en términos electorales, 2018 cambió el rumbo del mundo. La fuerza del presidente de los Estados Unidos se redujo considerablemente en la Cámara Baja, lo que anticipa dos años difíciles para su gobierno. Populismos de izquierda y derecha alcanzaron triunfos electorales en distintas regiones del mundo, siendo el brasileño el caso más preocupante porque el discurso homofóbico y elitista de Bolsonaro logró un apoyo inimaginable. México tuvo la elección más grande de su historia, y alcanzó en la gran mayoría de los casos, resultados contundentes.
Casi todo el planeta asumió ya a la democracia electoral como vía en forma pacífica para dirimir quiénes acceden al poder público. Por eso no es de extrañar que 2019 será tan trascendente para el futuro del planeta, como el año que le antecedió. Casi mil 700 millones de personas (un tercio de la población mundial en edad de votar) serán llamados a las urnas en más de ochenta elecciones nacionales y regionales/locales.
Hay quienes afirman que la disputa mundial será por el destino de los populismos. Esas estrategias electorales siempre han estado en el tintero, con mayores o menores probabilidades de resultar victoriosas.
Más bien, me parece que el tema a dilucidar en las elecciones 2019 tiene que ver con un dilema más profundo: aquel que enfrenta a los nacionalismos con la globalidad y al proteccionismo con el liberalismo económico. Para muestra de lo anterior, la inminente salida de Gran Bretaña de la Unión Europea en febrero de este año.
La expresión más nítida de ese debate se vivirá en las elecciones al Parlamento Europeo, en mayo próximo. No es claro si las candidaturas de izquierda o derecha moderadas puedan triunfar en esos comicios, como ha ocurrido históricamente. En esta ocasión, los partidos nacionalistas que surgieron en muchos países (Bélgica, España, Francia, Italia y Suecia, entre otros) están construyendo candidaturas atractivas para la gente y una inteligente estrategia de alianzas. ¿Cuál será el resultado? La palabra final está en el votante europeo que tiene la posibilidad de romper las escuetas tasas de participación (menores a 50%) que históricamente ha tenido estos comicios.
Consejero del Instituto Electoral de la Ciudad de México
En ese mismo continente Ucrania, Lituania, Eslovaquia y Rumania habrán de elegir presidente. Por su parte Moldova, Estonia, Finlandia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Portugal, Suiza, Grecia, Israel y Polonia elegirán sus órganos legislativos. Destacan las elecciones municipales y autonómicas españolas que, además, coinciden con las elecciones europeas. En Europa del Este, el foco estará en Ucrania, donde el presidente Poroshenko podría perder su posibilidad de reelección. No habrá comicios en Crimea.
En América Latina se realizarán comicios presidenciales en Argentina, Bolivia, Guatemala, Panamá, El Salvador y Uruguay. Resalta el caso de Bolivia donde Carlos Mesa está en empate en las encuestas con el presidente Morales, quien intentará por cuarta vez consecutiva su reelección, a pesar de lo dispuesto por el referendo previo. En Argentina ocurre algo similar, pues tanto el presidente Macri como la ex mandataria Cristina Fernández se posicionan bien en las encuestas; aquí, la apertura de mercados será tema de debate, dadas las restricciones fiscales y monetarias que impuso el ajuste.
Pero quizás los casos donde el dilema proteccionismo vs. liberalismo se verán de manera más contundente sean los asiáticos. El presidente Modi (India) ha ido modificando su discurso nacionalista liberal a uno cada vez más proteccionista. Es interesante, pues el listado nominal incluye a más de 500 millones de personas, cuyos sufragios se distribuyen en tres días de jornada.
En nuestro país se votarán 55 ayuntamientos; tres Congresos y 2 gubernaturas (BC, más ahora una extraordinaria en Puebla). Veremos si el partido en el poder se consolida o si la oposición reacciona.
En 2019, un tercio del mundo puede votar para decidir cuestiones de gran calado. No nos perdamos del espectáculo que ofrecerá la arena electoral, como vía para dirimir diferencias.
El UNIVERSAL