 
                EDOMEX.- Septiembre no solo se celebra en las plazas y en las calles, también se borda, se teje y se moldea en talleres donde manos expertas convierten telas, colores y texturas en símbolos vivos de la identidad nacional. En cada puntada y en cada hebra, los artesanos mexiquenses imprimen historia, orgullo y tradición para vestir el espíritu patrio.
Un pantalón de charro salido de Calimaya, con un moño finamente elaborado; un chaleco de Villa del Carbón, trabajado en telares que combinan elegancia y herencia cultural; botines y cinturones de San Mateo Atenco, moldeados en cuero por la experiencia de la talabartería; o un gabán de San Felipe del Progreso, tejido en telar de cintura que preserva la memoria de las comunidades mazahuas. Cada pieza es una obra de arte que trasciende la moda: es identidad hecha prenda. El proceso artesanal comienza mucho antes de las fiestas patrias. Seleccionar los materiales, preparar los tintes, perfeccionar los acabados y cuidar cada detalle implica meses de dedicación. El resultado son prendas que viajan desde municipios como Ixtlahuaca, San Felipe del Progreso, Jiquipilco o Toluca hacia distintos puntos del país, llevando consigo el verdadero estilo mexicano.
El proceso artesanal comienza mucho antes de las fiestas patrias. Seleccionar los materiales, preparar los tintes, perfeccionar los acabados y cuidar cada detalle implica meses de dedicación. El resultado son prendas que viajan desde municipios como Ixtlahuaca, San Felipe del Progreso, Jiquipilco o Toluca hacia distintos puntos del país, llevando consigo el verdadero estilo mexicano.
No es casualidad que actores políticos, artistas, miembros de la charrería y ciudadanía en general busquen lucir estas piezas en desfiles, ceremonias del Grito y cabalgatas. Cada prenda es también un homenaje a quienes han mantenido vivas las tradiciones a través del trabajo artesanal José Juan Arriaga Jaime, maestro artesano de Calimaya, comparte el sentir de este oficio, «Cada puntada es un homenaje a México, y cuando vemos que alguien luce nuestras prendas en una plaza pública, sentimos que nuestro trabajo es admirado y valorado”.
José Juan Arriaga Jaime, maestro artesano de Calimaya, comparte el sentir de este oficio, «Cada puntada es un homenaje a México, y cuando vemos que alguien luce nuestras prendas en una plaza pública, sentimos que nuestro trabajo es admirado y valorado”.
Así, septiembre se convierte en un gran escaparate de identidad. Los “¡Viva México!” no solo se escuchan: se ven en las texturas, se sienten en los colores y se llevan con orgullo en cada prenda. Vestirse de charro o portar un gabán artesanal es recordar que la mexicanidad también se lleva en la piel.
 
    




