**Con salas interactivas y una visión renovada, el emblemático recinto revive el espíritu del Día de Muertos.
Toluca, EDOMEX.- En el marco de las festividades del Día de Muertos, el presidente municipal de Toluca, Ricardo Moreno, encabezó la emotiva reinauguración del Museo del Alfeñique, un espacio que vuelve a latir con fuerza como símbolo de identidad, historia y orgullo toluqueño.
Con un toque de nostalgia y esperanza, el alcalde recordó que el alfeñique “no solo es un dulce, sino el alma de una tradición que nos une y da sentido como pueblo”. Invitó a las y los toluqueños a mantener vivas las costumbres, colocando ofrendas, compartiendo calaveritas y transmitiendo estas prácticas a las nuevas generaciones. “En la medida que celebremos nuestras raíces, el espíritu de Toluca seguirá presente”, afirmó.
El renovado museo combina tecnología, arte y memoria, con seis salas interactivas que permiten redescubrir el proceso artesanal del alfeñique. Entre piezas únicas y coloridas figuras, los visitantes pueden disfrutar de un videomapping que narra la historia de esta tradición centenaria, haciendo del recorrido una experiencia inmersiva para toda la familia.
Moreno Bastida anunció además que el próximo lunes la Comisión Legislativa de Cultura discutirá el dictamen para declarar el dulce de alfeñique como patrimonio cultural del Estado de México, un paso fundamental para reconocer su valor simbólico e histórico.
La directora de Educación, Cultura y Turismo, Victoria Sánchez, destacó que la reapertura del recinto significa más que la recuperación de un espacio físico: “Es la recuperación de nuestra memoria, de lo que somos como comunidad”.
Durante la ceremonia también se llevó a cabo la premiación del Concurso Master Alfeñique, donde Luis Enrique Zarco obtuvo el primer lugar y María Pino recibió un reconocimiento especial. Ambos dedicaron sus obras a las familias alfeñiqueras que por generaciones han mantenido viva esta dulce herencia.
Inaugurado por primera vez en 2014, el Museo del Alfeñique se consolida hoy como un espacio de encuentro entre el pasado y el futuro, entre la vida y la muerte, entre la memoria y la celebración.
En cada figura de azúcar y en cada colorido altar, Toluca reafirma su esencia: dulce, eterna y orgullosamente viva.
