Huevo y tortilla a 45 y 22 pesos el Kg, la leche pasteurizada en 25 y 28 pesos.
Oaxaca, Campeche, Baja California, Chihuahua, Chiapas, Morelos, Zacatecas y la ciudad de México con los niveles más altos de inflación.
Las medidas para contener la inflación en México, no han tenido el efecto que pretendió el presidente Andrés Manuel López Obrador, con la firma del acuerdo celebrado con dirigentes empresariales y distribuidores de alimentos hace mes y medio. El Índice Nacional de Precios al Consumidor reportó una variación anual de 7.88 por ciento en la primera quincena de junio de este año –la cifra más alta en 21 años y cinco meses—presionada por alzas en mercancías, alimentos de la canasta básica y servicios.
Dos alimentos básicos: huevo y tortillas, se venden al público la semana que termina, en 45 y 22 pesos el kilogramo, respectivamente, en tanto que la leche pasteurizada en envase de cartón, anda entre 25 y 28 pesos el litro.
En las últimas semanas diferentes medios periodísticos reportan que los estados de Oaxaca, Campeche, Baja California, Chihuahua, Chiapas, Morelos, Zacatecas y la ciudad de México, son las entidades que reportan los más altos índices de inflación, con alzas hasta de 12 y 14 por ciento en lácteos, cárnicos. El gobierno reporta que la inflación general del país es de 7.88 por ciento.
Economistas y analistas dan fe de que la inflación convierte a los pueblos cada vez en más pobres y con efectos que se manifiestan en desnutrición, especialmente de la niñez y juventud, en índices que van de 40 a 55 por ciento de la población en general.
Apenas el 25 de junio de los corrientes, el Banco de México autorizó un aumento histórico en su tasa de interés, al pasar de 7 a 7.75 por ciento en junio de este año, en el marco de una medida desesperada por frenar el proceso inflacionario.
Si bien el problema de inflación lo padece la mayor parte de países de todo el mundo, derivado de alzas en la industria y los servicios, los gobiernos han emprendido medidas que van acompañadas de factores como la multiplicación de empleos e ingresos, eficiencia en servicios y restricciones en las acciones de gobierno
En México se optó por estimular y aumentar la producción de alimentos y mercancías, lo cual no representa efectos inmediatos, al menos en la producción y distribución de alimentos, por virtud de que los ciclos agrícolas dependen de los ciclos de lluvias, a lo que hay que añadir que este país padeció de un periodo prolongado de altas temperaturas y lluvias escasas.
Por otra parte, Estados Unidos no resentía alzas generalizadas de precios desde hace unos cuarenta años. Así, los efectos de esta circunstancia, se reflejan en México en el valor de las crecientes importaciones alimentarias, digamos de granos básicos, como maíz, frijol, arroz, soya, y derivados pecuarios (carne de res, de cerdo, aves y leche).
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) informó, que precios de los alimentos, como cereales y oleaginosas, seguirán aumentando, y señaló en particular al maíz, trigo, arroz y frijol y soya, con gran concurrencia de comercialización en los mercados internacionales.
Lo que esperan analistas y funcionarios norteamericanos del área económica respecto de posibles aumentos de precios en alimentos, es en el sentido de hacer esfuerzos por contener la inflación. Sin embargo, el presidente de la FED (Reserva Federal), Jeromy Towell, expresó a senadores de su país, que este Banco Central “seguirá subiendo su tasa de interés para controlar la inflación”, aunque reconoció que una “recesión de la economía estadunidense, es ciertamente una posibilidad”.
En México, la decisión de aumentar las tasas de interés, no es sencilla, de manera que el Banco Central prevé que, de seguir el proceso inflacionario, podría aplicar otro incremento en condiciones similares al más reciente, de acuerdo con la tendencia de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos.
Las decisiones en esta materia del Banxico, también toman en cuenta las condiciones financieras globales, el entorno de un ambiente de incertidumbre en el esquema monetario internacional, las presiones inflacionarias de varios países, derivadas del alza de materias primas que tienen que ver con la guerra entre Rusia y Ucrania, y el resurgimiento de casos de Covid-19 en países asiáticos, especialmente de China.